La persona usuaria es capaz de realizar tareas digitales simples y rutinarias, siguiendo instrucciones claras. Su nivel de autonomía es limitado y requiere apoyo frecuente.
Autonomía: Baja, necesita orientación.
Tareas: Simples, predecibles.
Pensamiento: Requiere recordar o reconocer información.
Ejemplo: Navegar por un sitio web básico, enviar un correo electrónico con ayuda.

Puede ejecutar tareas digitales de forma autónoma en contextos conocidos, mostrando comprensión funcional del uso de herramientas. Requiere poca o esporádica ayuda.
Autonomía: Media, realiza tareas por sí mismo.
Tareas: Definidas y repetibles.
Pensamiento: Aplica conocimientos y elige opciones.
Ejemplo: Editar documentos, participar en foros virtuales, buscar información
eficazmente.

Gestiona tareas digitales complejas o no rutinarias, adaptando herramientas y estrategias según el contexto. Es capaz de evaluar críticamente información digital y ayudar a otros.
Autonomía: Alta.
Tareas: Complejas, con resolución de problemas.
Pensamiento: Análisis, síntesis, evaluación.
Ejemplo: Diseñar contenidos multimedia, configurar plataformas colaborativas,
interpretar estadísticas digitales.

Actúa como referente o especialista en entornos digitales. Desarrolla soluciones nuevas, innova en el uso de tecnologías y lidera procesos de transformación digital.
Autonomía: Total, incluso en entornos inciertos.
Tareas: Muy complejas, multidimensionales.
Pensamiento: Crítico, creativo, estratégico.
Ejemplo: Desarrollar estrategias digitales institucionales, integrar tecnologías
emergentes, liderar procesos de innovación digital.